Le he dado vueltas al tema de publicar las recetas y finalmente me convencí de que algunas deben llevar un poco de historia, un poco más de información sobre el momento en que llego a ellas. La decisión la tomé el fin de semana que recién pasó. Para desconectarme de la pega suelo irme a la playa los fines de semana junto a mi marido y mis hijos. Y este fin de semana, invitamos a unos amigos. Para el almuerzo decidimos hacer pollo a la sal, una receta muy fácil de hacer y para la que se necesitan tan pocas cosas.

En momentos así es cuando me convenzo de que la comida es mágica: reúne a la gente. Te permite compartir tus amigos y hacerlos a todos partícipes de lago tan simple como comer. Todos quieren ayudar: algunos ponen la mesa, otros lavan las verduras, otros se ofrecen para ir a comprar lo que falta. Los niños que corren por todos lados y que siempre se detienen en algún momento ver lo que están haciendo los grandes -fue el caso de mi Rafa que tuve que enseñarle cómo funcionaba el horno de barro, porque le llamó demasiado la atención la forma del horno-.

Fue un fin de semana delicioso, de esos en que vuelves a comprobar que para ser feliz se necesitan muy pocas cosas. Ya basta de cháchara, a continuación la receta y algunas fotos de este exquisito pollo a la sal. 🙂

Ingredientes:

2 pollos enteros, 2 kilos de sal gruesa, ají de color, sal y pimienta.