Ayer fuimos al Sushi Nakazawa como les comenté en el post anterior, y hoy fuimos al Mercado Eataly, un mercado de comida italiana que es un estímulo a los sentidos. Venden panes, fiambres, cafés, pastas, carnes, helados, condimentos, lo que se te ocurra para comer que sea italiano, rico y aromático. Es un festín para el paladar. Acá una muy pequeña muestra (fíjense en la cantidad de quesos que hay en esa vitrina).
Si vas a viajar a Nueva York y tienes ganas de ir, lo mejor es llegar muy temprano porque se llena y fijo te quedas sin mesa (la idea es ir y probar algo, porque o si no, para qué). De hecho nosotros lo hicimos y aún así nos costó encontrar una. Tuve que jotear a otra pareja que estaba de lo más instalada conversando post haber comido, onda pararme al lado y mirarlos con cara de «ya pues, vamos circulando». Me carga cuando te hacen eso, es muy fome igual, pero bueno se entiende: estamos en NY y nica nos íbamos sin probar las delicias del lugar, partiendo por los Aperol Spritz.
Todo lo que es el jamón crudo, los quesitos ricos y los tentempiés maravillosos que uno ve que comen los newyorkers en las películas, nosotros los comimos en Washington Park, frente al Flatiron Building, ese edificio típico que aparece en todas partes y que tiene forma de plancha -de ahí su nombre-.
Después de comer, nos fuimos a la tienda que es probablemente la más linda que he visto en mi vida, que se llama ABC Carpet & Home. Venden puras bellezas para decorar, es una perdición, uno lo quiere todo, quiere quedarse a vivir ahí, no podís pensar, es brígido. TODO, PERO TODO, es original, colorido y HERMOSO. Ah, y hasta venden ropa.
Sin embargo, debo decir que más me sorprendió donde me llevó mi querido Arsenio a Michaels Stores, que es el supermercado de las manualidades…¿Qué les puedo decir? Onda que se si me raptan y me llevan ahí, de verdad que no echaría de menos a nadie.
La última cosa que les cuento por hoy es que como andamos en metro para arriba y para abajo, y yo ando con mis cosas de tejidos y frivolité, la rompo en el metro. No se rían, pero es cierto. Todos andan pegados mirando sus teléfonos y si no lo hacen, lo que menos quieren hacer es verle el rostro al del lado. Sin embargo, el frivolité hace la magia.
Cuando me sentaba y sacaba mis navetas y mis hilitos y me ponía a tejer, pum, como que me empezaban a mirar. Dejaba la patá, en serio. Ando puro marcando pauta, todo sea para que este arte no desaparezca. Ya, bye bye y nos vemos pronto pronto. 🙂