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La destacada chef y escritora no se consideraba “perruna”, pero la vida le mostró que lo era, y mucho más de lo que podía imaginar. Hace pocas semanas rescató a esta mestiza en la calle. En pocas horas se ganó el amor de sus tres hijos, su marido y de Tintín, el perro de la familia. Aquí su historia.
Su amor por las mascotas no surgió en su infancia. Sólo hace 6 años tuvo a su primera perrita, una Schnauzer llamada Milú. “No éramos una familia perruna, para nada. De hecho surgieron las ganas de tener un perro porque mi hija Luisa, de 8 años, cuando tenía 4 era la típica niña que en las casas ponía problemas cuando había un perro. Llegó la Milú y el amor fue impactante. Te juro que la perra me sonreía, empatizaba con todos, no dejaba que nadie se acercara. Estábamos fascinados”, recuerda Virginia Demaria, conductora de televisión, chef y experta en manualidades.
Cuando se fueron de vacaciones, la dejaron en un hotel en la veterinaria. Cuando llegaron le contaron que un perro trató de morderla. “Pasé a buscar a mi perra, que estaba traumatizada, no podía mover su pierna, la pierna se empezó a morir. Recurrí a otro veterinario, porque ellos no asumieron ninguna culpa y buscaban pretextos. Yo sólo quería salvar a mi perra. Me dijeron que le amputarían una pata, y estuve una semana preparando a mis niños; los niños estaban felices de hacerse cargo”.
Cuando estaba por entrar a la operación, el médico le dijo que la infección era profunda y que no sabía si la podría salvar. Esto produjo una gran tristeza en la familia de Virginia. “Uno de los recuerdos más dolorosos de mi vida, y eso que me han pasado hartas cosas, fue la despedida de la Milú. La miraba a los ojos llorando. Saber que me estaba despidiendo en vida de mi perra fue terrible. Ella lo estaba pasando pésimo. Emocionalmente quedé destruida. Mi marido estaba preocupado porque pasaba todo el día encerrada y no paraba de llorar. Me afectó profundamente”, reconoce.
Hasta ahora tiene cuadros con toda la familia donde en una nube gigante aparece Milú. Todavía hablan de ella. Días después comenzó a leer sobre si era mejor para la salud emocional de la familia tener otro perro, y compraron a Tintín, de la misma raza. Ambos nombres, Milú y Tintín, se los dieron por una historieta de la cual su marido es adicto. “A mí no se me ocurría dejarlos. Voy a todas partes con ellos y, cuando debo dejarlos, soy rigurosa con los hoteles, los llevo a una guardaría grande, y me mandan fotos todo el rato. No confío en cualquier parte”.
¿Se parecen en personalidad Milú y Tintín?
Nada que ver uno con otro. Este es un disperso, un cabro chico, pero se porta súper bien con los niños. Tintín es el hijo rebelde, porfiado. Cada vez que se abre el portón, se va corriendo y hay que perseguirlo. Tampoco he hecho la pega de educarlo. Con Tintín no puedo ir a la plaza, porque molesta a todos los perros, le echa la foca hasta a un Rottweiler.
Exigen harto las mascotas.
Sí, pero no me cabe en la cabeza pensar en las cosas malas que puede traer un perro. Son tantos los beneficios que veo al tener mascotas, que me da lo mismo recoger caca o gastarme 80 lukas en cargadores, porque la cachorra es adicta a morder cargadores.
¿Cuáles son los beneficios que has visto?
Crías niños que se involucran con mayor facilidad. Los animales crean una hermandad especial. Ellos tienen un cuento aparte con sus mascotas. Se dicen: “Yo hoy duermo con la Martha, y mañana te toca a ti cuidar al Tintín”. Les da una responsabilidad y se hacen responsables de otros seres vivos. También comprenden la muerte mejor. Al final son puros beneficios, más allá de lo bien que lo pasan cuando juegan entre ellos. Además, por ejemplo, a Arsenio (7), lo llamamos el mini “Lindorfo” porque ama la naturaleza y los animales, e inventa historias increíbles, como que estuvo con dinosaurios.
¿Cómo adoptaste a la pequeña Martha?
Todo comenzó porque fui a ver la película “Lion”, de la Nicole Kidman, con mi marido. Cuenta la historia de un niño de 5 años que se pierde en Calcuta. Es una historia súper fuerte. Salimos con mi marido con la idea de hacer un cambio en nuestra forma de vivir, pensé que se me pasaría, y no se me pasaba. Estábamos grabando para “Plan V” (13C), en Los Dominicos, y desde una terraza se escuchaba que algo lloraba. Mueven el sillón, y estaba esta perrita hecha bolsa, con miedo y sufrimiento atroz. Me dio pena, pero no pesqué. Todos decían que no la podían tener, y me dio tanta pena que dije que yo me la llevaba. Ahí empecé el trabajo de manipulación con mi marido, le enviaba videos, le recordaba la película. No podía creer cómo mezclaba las cosas (ríe).
¡Lo convenciste!
Es que cuando uno le pone un nombre al perro, cagaste. Le puse ahí mismo Martha Stuart (inspirada en Martha Stewart, presentadora estadounidense que realiza las mismas actividades que Virginia). Ahí todos los del equipo la comenzaron a llamar Martha Stuart. No podía no llevármela. Antes de traerla a la casa la llevé altiro al veterinario. Le hicieron todo el chequeo, le pusieron sus vacunas, y la encontraron súper sana. Lo único es que no tiene cola, ni siquiera un chonguito. No se sabe si un descriteriado se la cortó de raíz, si en una pelea otro perro se la arrancó, o si nació sin cola. Ojalá sea la última. En términos prácticos el perro no necesita la cola para demostrar emociones, a diferencia de un gato que la necesita para tener estabilidad. Con la Martha no sé si está contenta, por ejemplo. Los dientes, para sus seis meses, están muy rotos, entonces tuvo que morder cosas muy duras. Se nota que es una perra que lo ha pasado pésimo.
¿Qué reacción tuvieron tus hijos?
Revolución nivel mil. Nunca vi ese nivel de amor. Los corazones se le salían por la boca a los niños, todos gritando, la abrazaban, Tintín fue bueno y la acogió. Yo le traje sus pocillitos especiales, pero comen del mismo lugar. Ahora compré una cama porque duermen juntos o se turnan. Es la misma relación de mi hijo mayor, Arsenio, con el más chico, Rafa (4). Igual que el chico, la Martha quiere jugar todo el rato con Tintín. Ha sido una revolución familiar. Todos llegan a ver a la Martha y Tintín es un celoso. Este perro nunca cedió en usar una cama de perro, le compré montones, pero cuando le compré una alfombra peluda a la Martha, Tintín ha dormido tres días seguidos ahí (ríe). Son muy divertidos.
¿Los consideras unos hijos más?
Todo el rato. Tengo 5 niños y para ellos son sus hermanos. Siempre le preguntaba a la Luisa (8) si quería que tuviera otra guagua, y me dijo que no quería que tuviera más niñitas. Apenas entró Martha a la casa me dijo: “Viste mamá, ya no tienes que tener otra niñita. Ahora somos dos”. Son parte de su familia y se pelean igual como con un hermano. Ella es una más de la familia en 10 días.
¿La vas a esterilizar?
Sí, después de su vacuna. Tintín tampoco tiene sus productos funcionando. Pasa que uno se da cuenta de los beneficios de los mestizos, son mucho más aperrados en verdad. Estos perros son de criadero, y casi que son primos hermanos con la Milú. Se mezclaron todos con todos, entonces venía con los cocos en las orejas casi, y tuvimos que operarlo. Lamentablemente algunas veces vienen con problemas genéticos cuando están en criadero, porque no todos son buenos.
¿A la Martha le gusta salir a la calle?
Nunca se ha escapado. Creo que no tiene ganas de salir de la casa, está demasiado feliz. En la plaza se porta increíble, así que va ella y no Tintín (ríe). Al menos, hacen pipí en sus carpetitas. Al principio Tintín no sabía dónde hacer pipí, así es que tuve que cambiar toda la alfombra del segundo piso. Al final aprendió cuando vinieron unas niñas y me dijeron que tenía la alfombra para que hiciera pipí en la mitad de la entrada de la casa. “¿A ti te gustaría hacer pipí en el Nacional?”, me preguntaron. No poh. Así que puse la carpeta dos metros más lejos, para que hiciera de forma más privada. La Martha también hace ahí.
¿Qué te parece la reacción de la gente cuando publicaste que adoptaste a un perro abandonado?
Todos muy buena onda, uno se sorprende. Casi que me dijeron “ahora sí me caes bien” (ríe). Tuve más conciencia al respecto. Hay muchos perros que buscan hogar, y por eso cada vez hay más fundaciones que dan perros que no tienen dónde vivir. A uno no le cabe en la cabeza que la gente no sea perruna, ahora que lo soy. Cuando alguien llega a tu casa y te dice que saques al perro, te dan ganas de decirle: “No hago eso cuando tu guagua me llena de baba” (ríe). Uno le toma un valor importante emocional, entonces no te cabe en la cabeza que no los quieran. Publico los perros de Fundación Julieta. Ahora me falta convencer a toda mi familia que sean perrunos. Sólo una hermana lo es. A todos les cargan los perros. Por suerte a las personas que cuidan a mis niños también le gustan. Por otra parte, mi marido no sabe qué hacer para que la Martha lo pesque más, porque con el adulto hombre se suele alejar.
Me imagino que, como eres buenísima para las manualidades, algo les harás de ropa.
Imagínate. ¡Mi mejor panorama! Le he tejido ropa a Tintín y el collar de la Martha se lo enchulé yo con brillantes. La Martha es pelito corto, no como Tintín, así que le haré hasta ropa con vuelos.
¿Te gustan los gatos?
No soy catlover, pero el año pasado se quedó un gato de semanas en el auto. En la mañana sentí ruidos raros y vi esta cosa chica con los ojitos quemados, lo tomé y lo llevé al veterinario, para darlo en adopción. Independiente que hay gente más para gatos o perros, uno empatiza con cualquier ser vivo. A nosotros se nos acaba de morir Ramón, nuestro hámster. Vivió más de dos años, y nos dijeron que viviría menos. Lo sacábamos de la jaula, y Tintín lo buscaba, se volvía loco. Bueno, ahora juega con la Martha.