«Tejer es como un mantra» | La Hora Mujeres

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«Tejer es como un mantra» | La Hora Mujeres

Rubia natural, amante de su familia, la cocina y el tejido, esta conductora de radio y televisión ha conquistado al público con sus sencillas y deliciosas recetas y buenas ideas para ser hechas a mano.


Por: Lisette Ávila O. | Fotos: Nicolás Abalo | Producción: María José Contreras | Maquillaje: Javi del Real | Vestuario: Rapsodia.

¿Qué cree usted que hace Virginia Demaria cuando la entrevistan, cuando está al aire en su programa radial, comiendo en un restaurante, reunida con sus amigas, sentada en un avión  o en un set de maquillaje? Teje, así de sencillo. “Hay muchas personas que meditan o realizan alguna práctica para conectarse con su espiritualidad. En mi caso, tejo. Para mí es como repetir un mantra o rezar”, dice la conductora mientras saca su tejido y se dispone a conversar con total relajo.

Autora de libros de cocina y manualidades, esta chef claramente nació con el don de la creatividad. Una cualidad que su madre potenció desde que era niña y que muy bien retrató en una foto en la que la conductora aparece con unos palillos en la mano cuando tenía tan solo cuatro años. “Vengo de una familia que no me hacía leer antes de dormir, sino pintar o dibujar. Todo el estímulo lo recibí por ese lado. Muchas veces me dicen que las hago todas y yo respondo: ‘No, no leo y no tengo el sentido de la orientación, pero sí tengo potenciado todo lo manual’”.

Si tejer es su superpoder -como lo ha reconocido en su último libro-, la cocina también lo es. A la misma edad en que su madre le sacó la fotografía con los palillos, Virginia cocinó sus primeros huevos revueltos. “Tengo grabado el momento exacto cuando fui con mi hermana a la cocina y rompí por primera vez un huevo sola y lo puse en la superficie de la sartén y este cambió de color y forma. Atesoro la sensación de habérmelo comido después y haberlo encontrado demasiado rico… Desde ese momento me puse a hacer huevos revueltos como loca, tanto así que un día mi mamá me dijo: ‘Por favor, cómprate los yogures más bacanes que encuentres -que en ese momento era el 1+1- y deja de comer huevo’”, recuerda entre risas.

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Hoy, a sus 35 años, esta maestra de las manualidades tiene tatuado en sus muñecas un tenedor y un alfiler de gancho. “El tenedor es por mi profesión y se quedará ahí por el resto de mi vida; sin embargo, el alfiler me lo estoy borrando porque debería haberme tatuado palillos o un ovillo,  que es lo que haré cuando desaparezca el otro tatuaje”, reconoce con humor.

Si la cocina la hizo conocida, las manualidades la han consagrado. Así se podría resumir la carrera de esta chef cuya carrera televisiva reconoce como un golpe de suerte. “Recuerdo que estaba haciendo mi práctica profesional en un restaurante y llegó Claudia Conserva a tomarse unas fotos por su nuevo programa de ese entonces, Pollo en Conserva. En un minuto ella me vio con mi gorro de chef en la cabeza y me preguntó si me gustaría hacer un programa y le dije que sí inmediatamente. Fui a hacer una prueba de cámara y quedé”, cuenta.

Fue así como Virginia se transformó en una de las chefs más lúdicas de la televisión chilena y hoy ese mismo ingenio es el que ha desplegado en sus libros y programas, en los que ha unido con mucha gracia la comida con las manualidades.

¿Te sientes un fenómeno entre el público femenino?

Nunca lo planeé para que fuese así, pero sí creo que hoy se valora mucho que mujeres profesionales rescaten esas cosas que hacían las mujeres de antes…  Ese ‘hecho a mano’ es un plus.

¿Cuál es el feedback que tienes a través de las redes sociales?

Siempre me preguntan si no me da nervios compartir mis aprendizajes, pero la verdad es que no. He tenido la suerte de vivir lo bonito de las redes sociales porque lo que hago es muy sano.

Tejes en todos lados, ¿cuáles han sido los lugares más insólitos en los que has tomado tus palillos?

Muchas veces pido disculpas porque voy a tejer,  pero explico que haciéndolo me concentro más. En el colegio, por ejemplo, me dejaban tejer en clases porque me portaba mucho mejor. Con el tiempo logré hacerlo en la universidad y también en los aviones. En el único lugar en que me siento un poco incómoda es en los restaurantes, pero ahora que aprendí el frivolité paso más piola.

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¿Hay algún tejido que guardes y que te recuerde un momento importante de tu vida?

Sí, la manta que hice cuando estaba embarazada de mi primera hija. Guardo también todos los monos a  croché que les tejí a mis hijos para sus piezas y tengo la pulsera que hice el fin de semana que mi marido me regaló el anillo de compromiso. La verdad es que todos tenemos una historia con el tejido.

¿Tus hijos no se enojan porque tejes tanto?

No, ellos nunca me han dicho que lo deje, y la verdad es creo que hay muchos más niños frustrados viendo que sus mamás no sueltan el teléfono. Por algo las culturas ancestrales tejían, porque lograban comunicarse, traspasarse ideas y enseñarse.

Este último tiempo te hemos visto concentrada en las manualidades, ¿no extrañas hacer un programa solo de cocina?

No, porque estuve mucho tiempo haciendo eso y tengo los mejores recuerdos de programas como Pollo en Conserva. Ahora estoy muy feliz haciendo Plan V (13 C), pues me gusta enseñar aprendiendo.

¿Qué le pasa a la gente cuando te escucha en la radio hablando de comida?

Me sorprende que por el oído a las personas les dé hambre. Una vez recibí el siguiente  comentario: ‘Estoy muerta de hambre, por favor cállate’ (ríe).

¿Cuándo sacarás tu próximo libro?

Quiero lanzar uno de cocina para el próximo año y tengo pendiente otro de cocina para niños.

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