Les cuento como convertí un pequeño accidente con un pedido en un elemento decorativo (y hermoso) para mi casa 🥰
Ingredientes
Preparación
Materiales
-En este caso los trozos rotos de mi taza.
-Pegamento, en este caso pega instantánea «la gotita».
-Cinta adhesiva.
-Masilla como «no más clavos» o pasta de muros.
-Lija suave.
-Pintura, puede ser acrílica o tempera.
-Spray de barniz o esmalte de uñas transparente.
Paso a paso
Hace unos días me llegó un pedido de unas tazas para mi cocina, no quiero decir el nombre de la tienda pero el servicio de entrega no fue el mejor, por lo que (a cualquiera le puede pasar) de las 6 tazas, 2 llegaron 100% rotas.
Le escribí a la tienda, me dijeron que podían devolver el dinero por las tazas rotas y que podía botarlas si quería. Sin embargo me dije «no, les voy a dar una nueva oportunidad a mis tazas» así que decidí restaurarlas y así es donde inventé este proceso de objetos rotos en la casa.
Lo primero que hice fue tratar de reunir las piezas y ver donde calzaban en cada una de las tazas, el primer pegamento que ocupé fue la clásica gotita. No es fácil la gotita para este tipo de restauraciones porque la cerámica tiende a absorber mucho el pegamento. Sin embargo,o si ponemos la pieza con la gotita y lo dejamos sostenido un rato con cinta adhesiva, se pega y queda bien pegado. Repetí ese proceso con todas las piezas que faltaban y cuando estaban bien firmes, saqué la cinta y ya se podía ver una taza completa pero llena de grietas, espacios, piezas faltantes, etc.
Lo que hice luego fue rellenar todos esos espacios con un palito de helado y el “no más clavos” (podrían hacerlo también con pasta de muros o cualquier otra masilla). No me importaba dejar exceso de material porque después (una vez secado) se lija con una lija suave y queda solamente lo que uno necesitaba rellenar y el exceso se sale.
Una vez lijado todo, preparé un color con la pintura que tenía a mano (acrílico, tempera o cualquiera del color parecido a lo que quieran reparar), lo pinté y, una vez estuvo seco, le agregue un spray de barniz para que volviera a tener brillo (pueden usar incluso esmalte de uñas transparente para tener la similitud del esmaltado) y listo, las tazas quedan restauradas.
Si bien no van a ser tazas que usaré para los propósitos propios de una taza jaja, en mi caso se van a lucir en un lugar muy visible, pues ahora serán decorativas. Yo creo que lo más lindo de esta experiencia, es que me recuerda un increíble arte japonés, el Kintsugi: donde se repara lo dañado enalteciendo las imperfecciones. Si se rompe un plato, una fuente o un jarro de cerámica, los japoneses, en lugar de botarlo; lo unen con esta técnica ancestral y además pintan de oro las grietas para destacar las imperfecciones.
Lo que logran es tan lindo como la filosofía que está detrás. «Lo dañado tiene una historia digna que contar».